La tortilla de patata es uno de los platos que más me gusta cocinar y, sobre todo, comer. Es tan simple como sabrosa y siempre apetece. De hecho, es el plato favorito de Elena por encima de cualquier otra cosa y (dicho por ella misma) la que más le gusta es la mía. Así que, aunque no me gusta presumir, me atrevo a decir que es uno de mis platos estrella.
Si quieres aprender a hacer una tortilla de patatas que dejará sin aliento a tus amigos o familiares, sigue los pasos de esta receta.
Lo primero que tenemos que hacer es pelar y lavar las patatas para limpiar los restos de tierra o suciedad que puedan tener. Después cortaremos las patatas.
El corte de las patatas es de lo más importante, pues definirá cómo se mantiene la tortilla cuando la cortes. Además ayudará a que se fría mejor. La mejor técnica para una tortilla es el chascado. Consiste en romper la última parte del trozo sin usar el cuchillo, para que quede así una forma irregular al final. Ésto hace que se libere el almidón de la patata, que tiene un alto poder espesante (ésto es muy importante en los guisos, para que el caldo tenga cuerpo de forma natural). En mi opinión le da un sabor y textura especial a la tortilla.
Para que vuestra tortilla se sujete bien en los diferentes niveles que tenga entre las capas de patata, huevo y cebolla, yo os recomiendo que el corte sea irregular y a mano. Nada de cuadraditos o trozos idénticos. Ésto hará que tenga un aspecto mucho más casero y auténtico. Además de una estructura ideal que se notará en cada bocado.
Poned abundante aceite de oliva virgen extra en una sarten de tamaño medio, calentadlo bien y poned las patatas, que queden cubiertas total o casi totalmente. Para que las patatas de una tortilla queden en su punto perfecto de cocinado, se deben pochar en lugar de freir. Ésto quiere decir que una vez tengáis el aceite caliente y echéis las patatas, bajadlo un poco para que no se frian como si fuérais a hacer patatas fritas. La textura de una patata de tortilla debe ser cocinada pero no crujiente, que se rompa al morderla de forma suave. Y un punto mínimo de dorado siempre le da un sabor extra, pero sin pasarse. Es importante controlar bien el punto de la patata.
Cuando les quede poco para que estén listas, es el momento de echar la cebolla, que previamente habréis cortado en juliana (a tiritas), no la echéis antes. La cebollla se cocina mucho más rápido que la patata y no queremos quemarla, queremos que suelte todo su sabor y quede tierna.
Mientras freís las patatas y la cebolla coged un cuenco grande y batís los huevos con un tenedor. No los batáis en exceso, cuando empiece a salir un poco de espuma parad de batir.
Una vez están las patatas en su punto, con una espumadera id sacándolas y añadiéndolas al huevo batido. Si os habéis fijado, no he mencionado la sal en toda la receta, ahora es cuando yo añado sal, una vez añadidas las patatas a la mezcla de huevo. Añadimos sal, removemos, y un poco más de sal, sin pasarnos pero saladitas.
Ahora retiramos el aceite sobrante de la sartén, podemos guardarlo en una aceitera para un próximo uso. Dejamos un poco de aceite en la sartén, el equivalente a una cucharadita. Ésto lo hago para que no se me pegue la tortilla en la sartén. Ahora añadimos la mezcla a la sartén y ponemos el fuego a la mitad, no demasiado fuerte.
Dejamos aproximadamente 1 minuto y con un plato plano que sea un poco más grande que la sartén le daremos la vuelta. Darle la vuelta a la tortilla es toda una experiencia, es el momento decisivo, pues al girarla comprobaremos si está en su punto o se nos ha quemado. La tortilla debería estár casi cuajada, dejando un poco de huevo aún por cuajar para la parte inferior. Giraremos la sartén cogiéndola firmemente por el mango con una mano y presionando el plato hacia ella mientras la giramos. Debe ser un giro rápido y preciso, no dudéis, saldrá bien.
Una vez hayamos girado la tortilla, la tendremos en el plato, ahora hay que acercarla a la sartén y empujarla suavemente de nuevo hacia dentro para que termine de hacerse. A mi me gusta presionar la tortilla un poco para asegurarme de que está bien metida. A fuego medio nuevamente contamos 15-20 segundos y apagamos el fuego. Retiramos la tortilla de nuevo al plato y dejamos reposar unos 5 minutos.
Ahora sólo queda disfrutar de uno de los mejores, más simples y más representativos de nuestra gastronomía, perfecto para cualquier ocasión y genial para comer sólo o en compañía. Ésta tortilla te puede valer para 4 personas, aunque si eres comilón como nosotros, 2 personas se la zampan sin problemas. Así que ya tienes mi secreto para que tu también puedas decir en casa "mi tortilla de patata es todo un éxito", ¡y que te la pidan todas las semanas!
Ingredientes
Instrucciones
Lo primero que tenemos que hacer es pelar y lavar las patatas para limpiar los restos de tierra o suciedad que puedan tener. Después cortaremos las patatas.
El corte de las patatas es de lo más importante, pues definirá cómo se mantiene la tortilla cuando la cortes. Además ayudará a que se fría mejor. La mejor técnica para una tortilla es el chascado. Consiste en romper la última parte del trozo sin usar el cuchillo, para que quede así una forma irregular al final. Ésto hace que se libere el almidón de la patata, que tiene un alto poder espesante (ésto es muy importante en los guisos, para que el caldo tenga cuerpo de forma natural). En mi opinión le da un sabor y textura especial a la tortilla.
Para que vuestra tortilla se sujete bien en los diferentes niveles que tenga entre las capas de patata, huevo y cebolla, yo os recomiendo que el corte sea irregular y a mano. Nada de cuadraditos o trozos idénticos. Ésto hará que tenga un aspecto mucho más casero y auténtico. Además de una estructura ideal que se notará en cada bocado.
Poned abundante aceite de oliva virgen extra en una sarten de tamaño medio, calentadlo bien y poned las patatas, que queden cubiertas total o casi totalmente. Para que las patatas de una tortilla queden en su punto perfecto de cocinado, se deben pochar en lugar de freir. Ésto quiere decir que una vez tengáis el aceite caliente y echéis las patatas, bajadlo un poco para que no se frian como si fuérais a hacer patatas fritas. La textura de una patata de tortilla debe ser cocinada pero no crujiente, que se rompa al morderla de forma suave. Y un punto mínimo de dorado siempre le da un sabor extra, pero sin pasarse. Es importante controlar bien el punto de la patata.
Cuando les quede poco para que estén listas, es el momento de echar la cebolla, que previamente habréis cortado en juliana (a tiritas), no la echéis antes. La cebollla se cocina mucho más rápido que la patata y no queremos quemarla, queremos que suelte todo su sabor y quede tierna.
Mientras freís las patatas y la cebolla coged un cuenco grande y batís los huevos con un tenedor. No los batáis en exceso, cuando empiece a salir un poco de espuma parad de batir.
Una vez están las patatas en su punto, con una espumadera id sacándolas y añadiéndolas al huevo batido. Si os habéis fijado, no he mencionado la sal en toda la receta, ahora es cuando yo añado sal, una vez añadidas las patatas a la mezcla de huevo. Añadimos sal, removemos, y un poco más de sal, sin pasarnos pero saladitas.
Ahora retiramos el aceite sobrante de la sartén, podemos guardarlo en una aceitera para un próximo uso. Dejamos un poco de aceite en la sartén, el equivalente a una cucharadita. Ésto lo hago para que no se me pegue la tortilla en la sartén. Ahora añadimos la mezcla a la sartén y ponemos el fuego a la mitad, no demasiado fuerte.
Dejamos aproximadamente 1 minuto y con un plato plano que sea un poco más grande que la sartén le daremos la vuelta. Darle la vuelta a la tortilla es toda una experiencia, es el momento decisivo, pues al girarla comprobaremos si está en su punto o se nos ha quemado. La tortilla debería estár casi cuajada, dejando un poco de huevo aún por cuajar para la parte inferior. Giraremos la sartén cogiéndola firmemente por el mango con una mano y presionando el plato hacia ella mientras la giramos. Debe ser un giro rápido y preciso, no dudéis, saldrá bien.
Una vez hayamos girado la tortilla, la tendremos en el plato, ahora hay que acercarla a la sartén y empujarla suavemente de nuevo hacia dentro para que termine de hacerse. A mi me gusta presionar la tortilla un poco para asegurarme de que está bien metida. A fuego medio nuevamente contamos 15-20 segundos y apagamos el fuego. Retiramos la tortilla de nuevo al plato y dejamos reposar unos 5 minutos.
Ahora sólo queda disfrutar de uno de los mejores, más simples y más representativos de nuestra gastronomía, perfecto para cualquier ocasión y genial para comer sólo o en compañía. Ésta tortilla te puede valer para 4 personas, aunque si eres comilón como nosotros, 2 personas se la zampan sin problemas. Así que ya tienes mi secreto para que tu también puedas decir en casa "mi tortilla de patata es todo un éxito", ¡y que te la pidan todas las semanas!
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